Hay ecos que resuenan una y otra vez en la memoria del traductor. Algunos de ellos nacen del contexto universitario en el microcosmos de un aula cualquiera donde algunos profesores se encargaron de lanzar al aire sentencias inolvidables que caían con estrépito sobre las mentes algo tiernas de los estudiantes: “Los traductores somos los humanistas del siglo XXI”. En aquel momento, las piñas estudiantiles que se formaban en los entreactos de las clases comentaban con una mezcla de indignación y sorna: “¿Humanista, para qué? Ya tengo bastante con traducir”. A lo que otro alumno visiblemente molesto apuntillaba: “Ahora resulta que debemos ser como Leonardo da Vinci”.

La verdadera naturaleza del traductor
13 respuestas