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De traductológico a traductoril

Cambio de piel bloguera pero, servidor, sigue teniendo las mismas ganas de escribir y compartir siempre que haya algo que contar. Y como la cosa va de cambios, leía con mucha atención hace unos cuantos días la última entrada de Pablo cuyo título no dejaba lugar a dudas: los arrepentimientos en los saraos de traducción no están permitidos, o lo que es lo mismo, una vez entras por la puerta y empiezas a escuchar a los ponentes está comprobado emocionalmente —científicamente todavía no, pero me da a mí que el Instituto Coca-Cola de la Felicidad pronto querrá inspirarse en nuestras conexiones astrales antes, durante y después de los congresos para sus anuncios publicitarios— y avalado por el más insigne sanedrín de gurús de la Traducción y la Interpretación que la letanía de lamentos o indefiniciones del tipo «mira que ADE tiene más salidas y aún estoy a tiempo» o «como traductor me siento maltratado por esta sociedad» se diluye sin dejar rastro. Si te vieras parafraseando al atormentado Bécquer con «mi vida es un erial, flor que toco se deshoja…» todavía estás a tiempo de no arrastrar tus perlados piños en el suelo.

Porque morradas va a haber de todas las facturas a lo largo de nuestra vida personal y profesional: algunas con resultado de magulladura y yodo en la zona afectada y otras con heridas penetrantes con necesaria aplicación de puntos de sutura. Pero oye, si hay algunas universidades y otras instituciones que han optado por ofrecer estos métodos de prevención,… ya se sabe: póntelo, pónselo. Y no es que en estas reuniones se repartan preservativos a cascoporro junto con el programa y el bolígrafo de la entrada sino que sirven de pantalla para, al menos, atisbar la realidad que hay detrás de las cuatro paredes de tu facultad —o de tu casa o lugar de trabajo—. Y eso, se paga con gratitud y buena compañía.

Porque el riesgo de contagio de todo tipo de enfermedades venéreas es elevado, muy elevado. A estas alturas, qué más da que tomen el nombre de privatización, universidad, educación, valores o democracia si lo que verdaderamente importa es que la cepa principal se llama miedo y se vende en serie y de forma legal. No es que estas reuniones acaben con el pánico de un plumazo pero sí ayudan a combatirlo. Sí actúan como una buena medicina preventiva y, de paso, hacen emerger, más que nunca, un conglomerado de estructuras idealizadas que están demostrando su incapacidad para conseguir los objetivos que antaño les fueron asignados. Ni papá Estado ni mamá Universidad van a ser capaces de sacar las castañas del fuego. Es hora de quemarse y experimentar cómo los dedos se achicharran en contacto con la realidad, que está que arde.

No hace mucho que salí de la universidad pero, en mi época, habría pagado muy bien por asistir a congresos de esta naturaleza. Mi promoción no mostró demasiado entusiasmo por la profesión y los intereses personales estuvieron muy por encima de los colectivos. A día de hoy, puedo contar con los dedos de las manos a aquellos excompañeros que sé que se dedican al mundo de la traducción o la interpretación. Y no es cuestión de hacer leña del árbol caído, pero el grueso mi promoción se dedicó mayormente a obtener un título de prestigio que les facilitara el ingreso en el mercado laboral de un modo más directo gracias al conocimiento de idiomas que se presupone tras obtener el grado. Totalmente respetable ese camino, pero las cifras no mienten.

Hace unos años la carrera-profesión de Traducción e Interpretación era una más, con alumnos tan preparados como desmotivados. Creo que ciertas cosas apenas han cambiado: los planes de estudio siguen inmóviles en la inmensa mayoría de los casos, desde las más altas instancias se apela al corporativismo y la permanencia en la mediocridad, Bolonia ha resultado ser un bofetón con la mano abierta y algunos docentes siguen empeñados en que las nuevas generaciones continúen desenvolviendo su tradicional rollo de papiro, acompañados por ese rancio perfume, para realizar sus traducciones a la espera de que las hermosas valquirias les guíen hacia la tierra prometida, esa Valhalla que sólo existe en una mente modelada en el siglo XX y no en el XXI.

Pero, ¿qué está pasando ahora? ¿Rebelión? ¿De dónde surge todo ese entusiasmo que ha conquistado el mundo de la traducción y la interpretación desde la base? Las redes sociales y la blogosfera han obrado el milagro. Multitud de mentes entusiastas siguen poniendo su granito de arena para que nuestra profesión tenga el reconocimiento que merece. Muchos han encontrado en entradas de blog, foros de discusión o conversaciones en Twitter lo que no se halla, generalmente, dentro de un aula: mundo real. Es un movimiento que se muestra ajeno al inmovilismo y me despierta una enorme simpatía, ya que, como poco, contagia ese interés tan necesario que encaja tan bien con el inconformismo.

Abrir un blog también va a ser un atentado contra la autoridad

Consecuencia lógica: crecen blogs como setas y hay duplicidades de contenido. La solución, fácil: no leer lo que nada aporte y esperar a que el tiempo pase la barredera para llevarse el material sobrante a la papelera de reciclaje. Prefiero ver la explosión de bitácoras de traducción como el fiel reflejo de que nuestra profesión se hace cada vez más visible y todo el mundo tiene ganas de contribuir y compartir sus vivencias. La plasmación de un estado de ánimo positivo. Que luego explote o no esa burbuja ya no está en nuestras manos… Y no es preocupante. El contenido lo gestionan los lectores y ellos deciden entre lo relevante y lo desdeñable. Y considero que el lector es muy inteligente. Parece que olvidamos que todos fuimos novatos un día y no por ello nos mandaron directos al patíbulo. Demasiada rabia y comportamientos inquisitivos con este tema. Y es que siempre ha sido más fácil arrancar una flor de raíz que dejarla crecer.

Los peligros en nuestra profesión perviven, como en cualquier otra, pero como brillantemente expuso Oliver Carreira en su presentación del ENETI, nadie se ha librado de ellos en sus respectivas épocas. Diferentes collares anudados a la nuca de los mismos perros. Y los perros, desde que son perros, no han dejado de ladrar. Este movimiento renovador demuestra que hay personas dispuestas a tomar las riendas de un caballo hermoso y trotón como la AETI. De ellos depende cabalgar con fuerza y garbo por esos pasillos de universidad o convertirse en un dócil poni de feria con el lomo encorvado de tanto ser montado.

Queremos tomar conciencia de que somos traductores e intérpretes y se nota. Es un primer paso hacia la visibilidad y el respeto profesional, que no está nada mal para empezar. Si será una moda pasajera o es el principio de algo más grande lo iremos viendo con el paso del tiempo. Además, nos brinda la inigualable oportunidad de encontrarnos con personas que vale la pena conocer y que, ¡albricias!, comparten tus mismas inquietudes, padecen los mismos males y participan de tus alegrías. Son ocasiones donde te das cuenta de que la traducción y la interpretación son mundos insondables, versátiles, si se quiere caprichosos, pero con un poder de atracción enorme. Momentos para todos los públicos con el fin de que pequeños y mayores se pongan las pilas, recarguen baterías o simplemente las cambien por unas más eficientes. Porque, aunque no lo parezca, a todos nos gusta sentir que pertenecemos a un gremio del cual sentirnos orgullosos.

Aquel seminario donde hablé sobre posgrados

Cuando un día cualquiera abres tu bandeja de entrada después de haber dado buena cuenta de tu siempre protocolario desayuno de traductor basado en un buen tazón de leche sin lactosa con unas generosas cucharadas de Cola Cao© —también acepto sucedáneos—, acompañado por una cuantiosa ración de cereales de chocolate y unas tostadas bien regadas en aceite, y lees un correo electrónico donde te invitan a dar una charla en un seminario especializado de traducción, perdonadme la expresión —y sé que lo haréis—, te acojonas. Y no sólo te acojonas sino que el protocolo matutino que se había instalado plácidamente en tu estómago empieza a emitir unos ruiditos extraños, seguidos de unos persistentes retortijones que te invitan a tomar asiento en otro sitio.

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Le coup de Rhin

Si supiera el Rin lo que se le viene encima...

Hay algo muy poderoso que crea lazos inquebrantables entre los más de siete mil millones de habitantes de este planeta. El hermanamiento universal ajeno a discursos políticos e institucionales. Filipinos, canadienses, birmanos, azerbaiyanos, monegascos, uruguayos, zimbabuenses, españoles o franceses compartimos una característica que nos convierte en auténticos semejantes. Somos fracciones reducidas a común denominador. Pero oye, ¡qué intriga! ¿Qué es eso que nos convierte en soldados rasos sin distinciones, méritos, ni galones?

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Mi visión de la Jornada UA

Cuando se celebra un congreso, seminario o curso siempre hay cierto caudal de reacciones blogueras. Pero es que con la #JornadaUA o, lo es que lo mismo, las II Jornadas de Transición al oficio de traductor e intérprete el río de crónicas se nos ha desbordado por completo. Y lo que es mejor, hemos asistido al nacimiento de muchas bitácoras de traductores motivados gracias a dicho evento. ¡Noticia estupenda! Un servidor quería escribir una crónica completa, muy a lo periodista de investigación pero, ¡ejem! ya se me ha adelantado toda la tropa y me parece que la exclusiva la tienen otros merecidamente.

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¡Letras de Sastre cumple un año!

Pues sí, hace justo un año que decidí lanzarme a la aventura de escribir este blog por lo que creo que esta fecha señalada bien merece una nota a modo de recordatorio, por pequeña que sea, para echar la vista atrás y valorar todo lo que ha sucedido en este tiempo. Empecé con esa duda que entiendo está en las cabecitas de todos los aspirantes a traductor-bloguero: ¿Qué puedo aportar? Porque claro, hay espejos donde mirarse pero hay que abrir ventanas para inspirarse. Y así comencé un 9 de febrero de 2011, inaugurando un rincón virtual que no sabía si iba a tener como únicos lectores a esos abnegados familiares que piensan que un blog es esa libreta de gusanillo en la que apuntar la lista de la compra.

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Traducción no es mediocridad

Je suis fatigué de cet être médiocre, sans avenir, sans confiance en l’avenir […].

Palabras de Marguerite Yourcenar en Alexis ou le traité du vain combat, la cual, entre muchas otras cosas, se dedicaba a traducir. Y es que hay mañanas, sobre todo en estas últimas semanas, en las que ha sido bastante complicado mantener el temple y la compostura ante la llegada de ciertas noticias desconcertantes. Y estoy convencido de que muchos colegas sintieron la misma sensación que yo, mezcla de pasmo e indignación, al leer ciertas cosas que me llevan a pensar que la mediocridad se ha hecho más visible que nunca en el mercado de la traducción.

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Revista Traditori: primera parada

Los Reyes Magos han llegado anticipadamente con un regalo muy deseado… ¡La Revista Traditori! Han sido meses de gran trabajo y excelente coordinación entre todos los que han participado en este proyecto. Con la mejor de las voluntades, grandes dosis de ilusión y muchas ganas de presentar una publicación innovadora, fresca y funcional ha nacido esta revista que pretende ser un referente en el mundo de la traducción y la interpretación.

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El deseo de un traductor cualquiera

Descubrí quiénes eran los Reyes Magos a los nueve años. Y no, no puedo culpar a esos compañeros de clase que soportaban con mayor o menor grado de estoicismo a aquel tarambana que ponía en práctica las últimas técnicas aprendidas a la hora de la merienda gracias a Son Goku y compañía. Por cierto, todos los personajes hablaban un catalán maravilloso y nosotros lo reproducíamos tal cual aquí abajo, en Alicante, sin ánimo de mancillar el buen nombre de valencianos ilustres. Sólo queríamos jugar, pero nunca a ser político. Recuerdo que «fotre el camp» era una de las expresiones más utilizadas por los actores de doblaje catalanes para expresar que alguien debía «marcharse con viento fresco». El otrora niño revoltoso pide ahora un deseo a través de un lingüista: que la última palabra de esta expresión sea modificada añadiéndole una «s», una mayúscula inicial e incorporando el sentido literal como posible o, si se quiere, «presunta» acepción.

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Versatile Blogger Award

Mucho me temo que voy a ser de todo menos escueto pues siempre he creído que una persona agradecida nunca debe escatimar en gratitud. Mentiría si dijera que no me han ilusionado las cinco nominaciones que he recibido. Siempre es un maravilloso acicate que gente de tu gremio reconozca tu labor detrás de un blog, ese rinconcito 2.0 cuyo contenido siempre pretendes mimar y cuidar. Tanta perversión guardan la pedantería como la falsa modestia por lo que he de decir que me siento muy orgulloso de haber obtenido este bonito reconocimiento, así que… ¡GRACIAS!

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Crear para creer

Una salmantina ilustre decía que la libertad era para soñarla. Venerables hombres y mujeres anónimos, sin reconocimiento ni alabanzas, de cabellos níveos y espaldas arqueadas por el peso de la vida supieron deslizar en mi presencia rotundas enseñanzas que siempre guardaré a fuego en mi memoria y que marcaron mi vida para siempre.

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