[Des]encuentros en la primera fase

¿Diferentes contrastes, no?

Todo traductor sabe que labrarse una carrera como profesional autónomo lleva su tiempo. Nadie llega y besa a San Jerónimo para cobrar, poco tiempo después, tarifas de dos cifras por palabra y que los clientes caigan plácidamente desde cielo envueltos en papel celofán de colorines. Hay que ser muy constante, saber perder —mucho— para después ganar, saber encajar muchos silencios indiferentes, asociarse con inteligencia, saber qué contactos son beneficiosos y cuáles perniciosos, no dejar de moverse en cualquier ámbito que consideremos de nuestro interés y, sobre todo, no caer en la tentación de pensar que este mundo cruel y sanguinario nos da la espalda. Son los principios básicos del manual de constancia del traductor autónomo principiante que tan bien desarrolla Ana en su última entrada.

Pero que yo sepa, no conozco a ningún traductor que emplee un sofisticado sistema para alimentarse de la luz que emite la pantalla del ordenador. Los sueños, las letras, los libros, las series y tantas otras cosas sirven de alimento para otras partes de nuestro organismo pero el estómago, que manda mucho, pide manduca con subida de IVA incluida. Y para tener unos ingresos más o menos estables, el que suscribe se presentó a una entrevista de trabajo para ingresar en plantilla como traductor de documentación de una empresa. Fui sin demasiadas expectativas para evitar chascos innecesarios, confiado en mis posibilidades y con ganas de saber cómo estaba el mercado laboral en plantilla que hacía tiempo que no palpaba. Un trabajo en plantilla me serviría para prolongar la carrera de fondo denominada «búsqueda de clientes del traductor autónomo en su etapa inicial» con fundamentos económicos más sólidos. Here I go!

Entro a la oficina ya, ¿vale? Me la encuentro excelentemente iluminada, con un mobiliario atractivo y un personal que inspira confianza al ser prácticamente de mi generación. La entrevista comienza con el protocolo habitual; nada interesante. Unas cuantas preguntas y unas respuestas sin mucha sustancia relativas a mi formación y experiencia. Noto cierto entusiasmo al confirmar que, además del inglés, también domino el francés. A continuación, explicación necesaria del puesto de trabajo que paso a resumir: traducción de la página web y todos los contenidos que se vayan generando, atención telefónica y por correo electrónico con clientes extranjeros incluyendo también la traducción de ciertos correos problemáticos que requieran la participación de un profesional de la lengua que sepa expresarse más allá de ese inglés medio español, en suma, tarea mastodóntica de expansión internacional de la empresa con la consiguiente implantación en nuevos mercados. Evidentemente, la oferta de trabajo que publicó esta empresa no entraba en este tipo de detalles —que quizá consideraron irrelevantes—, y solo hacía hincapié en la necesidad de contratar a un traductor. ¿A un traductor nada más?

Los problemas empezaron a surgir cuando la encargada de Recursos Humanos me preguntó qué sueldo consideraba que era justo cobrar por ese trabajo. Mi respuesta, sin ser pretenciosa, trató de ser justa y ecuánime según mis principios laborales y el contenido de la oferta que me acababa de describir. Le introduje un rango de mínimo y máximo sueldo sin ningún tipo pretensión o intento de presionar lo más mínimo. Al fin y al cabo, es la empresa la que establece el precio final de lo que vale un trabajo. Sólo dije que un sueldo mileurista no estaba justificado para un puesto de esa naturaleza.

Lo que no me esperaba era una respuesta tan visceral por parte de la entrevistadora que me preguntó si sabía en qué ciudad quería trabajar, que no estaba en Madrid o Barcelona, que tenían que pagar una cotización a la Seguridad Social y que un trabajador como yo les saldría muy caro. Puedo asegurar que no pedí la luna, sólo lo que consideraba justo y digno para cualquier trabajador que tuviera que emprender esa tarea. Me indigné muchísimo ante tal ataque de pedantería empresarial y le contesté que no conocía su volumen de negocios, ni lo que facturaban al año, pero un sueldo por debajo de los mil euros estaba totalmente fuera de lugar. Si no le apañaba una respuesta como la mía, mejor que no hubiese preguntado. Sigo pensando que no debería ser agraviante para nadie querer cobrar un sueldo digno; quizá y sólo quizá, es peor sentir cómo había cierta pretensión en el ambiente por hacer que me sintiera como un aprovechado/ventajista o, simplemente, percibiera que quería vivir por encima de mis posibilidades reales. Obviamente, la segunda parte de de la entrevista no había tomado la mejor dirección.

Después de explicarle con paciencia y comprensión que no hacía traducción simultánea sino interpretación y las diferencias entre la traducción inversa y directa, me preguntó si mi pronunciación inglesa tenía acento español. Me limité a contestarle que para cualquier persona nacida en España que ha aprendido cualquier lengua extranjera aquí es harto complicado que abandone ese deje español a la hora de pronunciar cualquier idioma extranjero. La influencia de la lengua materna, que en la inmensa mayoría de los casos suele ser la lengua de uso diario, juega un papel extraordinario en este caso. Le hice ver que no tenía el maravilloso acento British de Colin Firth pero tampoco el de Nadal cuando da sus discursos después de ganar cualquier torneo. La comunicación y el entendimiento puede existir entre dos personas con acentos diferentes y es bastante simplista asociar el nivel de inglés y la competencia de una persona a un acento particular.

Me parecía tan absurdo como estéril continuar por ese camino. Fue entonces cuando me dijo que le daba auténtico pavor contratar a una persona que pronunciara «jeloóu» al iniciar una conversación. A mí también me lo daría como empresario. Me limité a contestarle con brevedad que no era mi caso porque ya empezaba a sentirme, una vez más, molesto. Finalmente terminó reconociendo que era una manía personal y que no tenía importancia. Eso sí, ya lo había dejado caer y me había tocado el hocico un ratito. Además, bien claro dejé desde el principio que no era nativo —mi nombre y apellidos me delatan— y que simplemente podría hacer un buen trabajo en esa empresa. Si un perfil no interesa por cualquier motivo, no se convoca la entrevista y punto pelota. Nadie pierde el tiempo así.

Ni Forrest en plena forma la termina en cinco minutos.

La última parte de la entrevista fue el momento más surrealista de la mañana: me encontré con tres folios en español encima de la mesa para que fueran traducidos al inglés. Vale, vamos. Entonces llega ese momento en que me da elegir entre un bolígrafo o un lápiz. Con estupefacción le indico si voy a hacer la prueba sin ordenador y sin acceso a glosarios o consulta de internet. También me señala que lo ideal sería que hiciera la traducción en cinco minutos. «Corre, Rai, corre» y me viene a la cabeza la imagen de Tom Hanks trotando como un poseso y me descojono por dentro. La risa floja por poco aflora porque tres páginas en cinco minutos al inglés ni un monete oligofrénico, oiga. Le pregunto si lo que estoy viviendo es una situación real de trabajo en la empresa ya que para cualquier traductor serio que se precie es un contexto totalmente delirante.

Me repite que no va a haber «apoyos externos» y que traduzca lo que me dé tiempo. Cojo mi lápiz cual buen amanuense cisterciense y, hala, a traducir. La entrevista está a punto de terminar no sin antes tener que enfrentarme a la siguiente pregunta: «¿Tú qué harías si te encontrases con una situación así en una conversación telefónica? ¿Improvisarías?» Aproveché la ocasión para decirle que «evidentemente improvisaría» y, de paso, recordarle que estaba incurriendo en un error de bulto ya que no comprendía bien las diferencias comunicativas entre un contexto oral y otro escrito. Una de las últimas cosas que le dije es que la calidad de una traducción ha de valorarse por el producto final resultante de un largo y complejo proceso lingüístico y no por un borrador escrito en lápiz con multitud de tachones.

Tampoco había mucho más que añadir a la entrevista excepto el último apretón de manos protocolario y un «ya te avisaremos cuando tengamos el resultado de la prueba». ¡Ah, bueno, sí! Escuché antes de irme que quizá cambiarían ciertas cosas del proceso de selección de personal. ¡Albricias! ¡Un atisbo de humanidad! Cierro la puerta de la oficina, sabedor de que no iba a volver a traspasarla. De la indignación pasé a esa satisfacción personal que solo uno siente cuando ha hecho las cosas respetándose a sí mismo: mi dignidad, a pesar de los golpes, había quedado intacta. Que la autoestima hay que cuidarla todos los días, señores, y un sueldo cualquiera y un trato como el recibido no merece ni el más mínimo atisbo de autocomplacencia. No podemos gustar a todo el mundo y, si lo pretendemos, seremos unos infelices de por vida. Quizá buscaban a un mono tití resultón con 900 pulsaciones por minuto y se toparon con una persona de carne y hueso respondona. Qué sé yo…

38 comentarios en “[Des]encuentros en la primera fase

  1. Javier F.

    Hola, Rai:

    Vaya tela marinera.

    Nunca he entendido eso de infravalorar tareas que uno no sabe hacer por sí mismo. También hay empresaurios contemporáneos por lo que parece… Pero bueno, de todo se aprende en esta vida.

    Muchos ánimos y a seguir con la cabeza bien alta 🙂

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    1. Rai Rizo Autor

      Hola, Javier:

      Lo curioso, como ya he comentado en la entrada, es que era gente joven. Y por eso me dio tan buena impresión cuando entré a la oficina. Lo que me esperaba sí que fue de traca, impredecible totalmente.

      Eso sí, como bien dices, de todo se aprende y esta vez he aprendido mucho.

      Gracias por los ánimos y un saludo.

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  2. Laura

    Hola, Rai:

    Hoy mismo he ido yo a una entrevista y me ha pasado algo parecido. La oferta ponía que el puesto era para un «traductor» y al final ha resultado que era para ser secretaria de un colegio y «traducir algún que otro correo electrónico al inglés». Aún así, por temas de horarios y demás no ha terminado en nada.

    Me da rabia la gente que busca «traductores» sin saber exactamente lo que quiere. No me parece tan complicado informarse un poco y diferenciar entre un intérprete y un traductor, pero bueno. Lo importante es que, como has dicho, tu dignidad quedó intacta y, aunque suene típico y tópico, la dignidad conjunta de los traductores, también.

    Un saludo =)

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    1. Rai Rizo Autor

      Pues sí, Laura. Visto lo visto, parece muy complicado que ciertos empresarios sepan diferenciar un traductor de un intérprete. No creo que sea tan complicado distinguir entre medio oral y escrito, pero parece que es un jeroglífico para algunos. Eso sí, lo que me parece el colmo de los colmos es que ni siquieran sepan lo que quieren para su empresa: decir que necesitan a un «traductor» cuando en realidad lo que buscan es a una «persona con idiomas que sepa hacer de todo y les sepa sacar las castañas del fuego incluso atendiendo el teléfono» me parece inaceptable.

      Mantenerse erguido y con la cabeza bien alta es mucho más importante, sano y beneficioso que prostituir tus principios por cuatro chavos.

      Un saludo 🙂

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  3. Cristina

    ¡Vaya tela, Rai!
    Los empresarios quieren el oro y el moro por un módico precio de 600€ al mes. Y bueno de la prueba ya ni hablamos, habría que ver si esa entrevistadora tenía acento british o american, o el tipical spanish. Me gustaría saber qué es lo que piensan sobre nuestra profesión.

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    1. Rai Rizo Autor

      Cuántas preguntas, ¿verdad?
      Al salir de la entrevista me vinieron esas y muchas más. Pero decidí no cuestionarme tantas cosas que ellos ni siquiera se plantearon y dudo mucho que se planteen en un futuro. Es perder el tiempo en causas perdidas. Preferí centrarme más en la actitud que mostré en la entrevista que me daba mucho más buen rollo y energías para, por ejemplo, escribir esta entrada.

      Un beso.

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  4. Olli

    Hola Rai:

    Magnífica entrada. Yo creo que hay que hacer este tipo de entrevistas al menos una vez en la vida. Te hacen aprender mucho más que lo que puedas aprender en cualquier curso o sesión de «cómo aprender a meter en vereda a los tocapelotas de RRHH».

    Estoy de acuerdo en todo lo que comentas, aunque quería hacer un comentario sobre el tema sueldo. En un mundo ideal, los traductores en plantilla no ganaríamos menos de 1000 €. Lamentablemente, no vivimos en la tierra de las piruletas. Te puedo contar mi experiencia. Cuando me mudé a Granada porque mi chica había conseguido trabajo aquí, buscaba trabajo de traductor y andaba alfo desesperado. Hice dos entrevistas. En la primera, eran un poco menos de mil euros pero ya me habían contado que se trabajaba a ritmos animales y echando horas extras gratis et amore. En la segunda (donde me quedé al final), cobraba 800 € netos. Te puede parecer poco pero, en ese momento, era eso o dormir en la calle. Una vez dentro, me encontré con una chica que estaba como yo, con un contrato en prácticas y que ganaba 600 (!). La justificación era que yo tenía experiencia de freelance y ella no (eso sí, ella tenía un máster y yo no). Asimismo, el que más ganaba en la empresa rondaba los 1.500 €.

    Te cuento todo esto para que te imagines el panorama que hay. Trabajar en plantilla está bien para conseguir experiencia pero siempre recomiendo que, a menos que te traten muy bien, lo suyo es hacerte autónomo. Al menos en la parte económica se gana mejor. Luego tiene sus inconvenientes, como todo, pero eso ya tiene que valorarlo cada uno :).

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    1. Rai Rizo Autor

      Hola, Olli:

      Estoy de acuerdo contigo en que es necesario vivir una experiencia así para darte cuenta de la gente que hay colocada en los departamentos de Recursos Humanos de ciertas empresas. Te hace aprender mucho, reafirmarte en tantas otras cosas y es un bofetón de realidad de aquí no te menees. Es una «así están las cosas, chaval» en toda regla.

      Por lo que respecta a la búsqueda de trabajo en plantilla también estoy de acuerdo contigo. Mi pretensión no es saltar de empresa en empresa toda mi vida. Es una solución temporal ya que mi objetivo es establecerme de forma autónoma. Y sí, desgraciadamente, el sueldo medio del trabajador en plantilla en España no es, ni mucho menos, para tirar cohetes pero también te diré que no es lo mismo ganar 800 euros en Granada que en Valencia. 😉

      Un abrazo y muchas gracias por tus comentarios siempre aleccionadores.

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      1. Olli

        Por supuesto, Rai. Es lo que siempre digo: el sueldo tiene que permitirte vivir de forma digna en la ciudad en la que estés. Claro que 800 netos en Madrid es una mierda pero, en Granada, da para tirar, sin lujos, pero cubres lo básico.

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    2. Jordi Balcells

      Igual lo que voy a decir varía por autonomías, pero diría que ese sueldo no corresponde a la categoría laboral de traductor. Vamos, no sé cómo estará ahora, pero un traductor que trabaje de traductor (con licenciatura/grado, se entiende) debería superar los 1000 € netos. Igual 800 € corresponde a un administrativo, secretario de exportación o algo así, que es donde aterrizan muchos traductores.

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      1. Rai Rizo Autor

        Hola, Jordi:

        La verdad es que no sé si varía por autonomías o hay o debería haber rangos de sueldo para traductores en plantilla. Lo que está claro es que, escudándose en esta crisis, muchos empresarios están dilapidando el ya de por sí maltrecho mercado laboral y están reduciendo al mínimo común denominador todos los años de esfuerzo, compromiso y dedicación de tantas y tantas personas que han luchado por labrarse un futuro.

        El otro día me tocó a mí, pero sigue y seguirá pasando. El «tú no te quejes, apechuga, que el que te da trabajo soy yo» sigue estando muy vigente para desgracia del asalariado. Se sigue alimentando la figura del empresario sin escrúpulos, representado en la figura del capataz, y con razón. Ahora cobrar un sueldo digno parece una quimera y una insensatez pedirlo. A eso hemos llegado.

        Pero seguiremos en la brecha, como siempre. 😀

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  5. Mar_illescas

    Lee uno esta crónica y no sabe si reir, llorar o salir a la calle antorcha en mano. Parece mentira que uno tenga que encontrarse con semejantes cosas: desde la total ignorancia en cuanto a la profesión (cuando lo que quieren es un secretario) hasta el absurdo del acento español, pasando por los 3 folios de traducción inversa sin material en 5 minutos. Me alegra mucho – aunque no te solucione los problemas ni te vaya a dar de comer – que aguantaras el tipo y la dignidad y no agacharas las orejas. Yo, que tengo bastante menos autocontrol, creo que me hubiera marchado en el mismo momento en el que la empresa te insulta haciéndote creer que tu trabajo no vale 1000€ y, como ya han dicho, parece que quien no quiere tragar 40h diarias de chico-para-todo por 600€ es un señorito, un venido a más o un «qué se habrá creído este». Con más o con menos experiencia, con 600€ no vivimos ninguno. Un abrazo, gracias por no claudicar y muchos ánimos ^^

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    1. Rai Rizo Autor

      ¡Gracias, Mar! Desde el preciso instante en que me formuló la pregunta del sueldo todo se fue al garete. Poco a poco se fue descubriendo el pastel a medida que pasaban los minutos. Entiendo que es indignante, mucho, pero la mala leche se me fue pasando al cabo de las horas cuando me olvidé de lo que había pasado y me centré en mi actitud ante la entrevista de marras.

      Quizá aguanté demasiado allí sentado. No lo sé. Pero sí te puedo decir que cuando recibí los folios y el lápiz estuve a punto de negarme a hacer la prueba después de decirle que el contexto en el que me encontraba era delirante y surrealista. Se percibía en el ambiente que no nos tragábamos y que le estaba tocando mucho la moral con mis palabras. Sabía también que la entrevista se había acabado con nuestra discusión sobre el sueldo. Eso sí, lo de la prueba en calidad de escriba del Antiguo Egipto no tiene un adjetivo calificativo adecuado que logre glosar tal despropósito.

      Ahora que lo pienso, quizá me quedé porque se estaba bien fresquito y en la calle se estaban derritiendo las aceras. 😀
      Muchas gracias por los ánimos.

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    1. Rai Rizo Autor

      Nagore, tus palabras se parecen a las mías mientras bajaba por el ascensor después de la entrevista… 😀

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  6. Iván

    ¡Hola Rai!! Hacía mucho que no sabía nada de ti, y un amigo traductor ha puesto el enlace a este post en su facebook. Me ha encantado leerte, y la verdad es que llevar la integridad por delante es vital en un mundo como el de hoy. Me he sentido orgulloso de ti, al ver con qué solvencia has llevado el proceso de selección, que si te descuidas, acaba en una humillación total, pero en el que tú has sabido mantener la cabeza bien alta, con toda educación. ¡Enhorabuena!

    Cuando quieras te invito a unas cañas y me cuentas tus últimas experiencias, que tengo ganas de volver a hablar contigo.

    ¡Abrazos!

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    1. Rai Rizo Autor

      ¡Hombre, Iván! Yo sí que me alegro de tenerte por aquí. Sinceramente sí podría haber acabado en humillación total. De hecho, pensé que esa misma entrevista podría haber destrozado a cualquier persona con poquita autoestima. La suerte fue que me mantuve firme en todo momento y no me dejé amedrentar.

      Lo de las cañas, cuando quieras, que ya ha pasado mucho tiempo desde la última quedada en Elche.

      ¡Un abrazo!

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  7. Curri Barceló

    Boquiabierta me he quedado y creo que fuiste demasiado educado. Yo le habría soltado una bordería ya mismo y, seguramente, habría acabado con un «mucha suerte encontrado al mono oligofrénico que os haga un trabajo así por menos de 1000 euros». Bueno, vale, he mentido. Seguramente me quedaría en «mucha suerte encontrando al candidato». Me parece indecente que por un trabajo que son tres trabajos en uno te tengan que pagar como si te pasases el día haciendo fotocopias y pasando cafés. Vamos, tendría que haber una ley que diga: todos aquellos que hayan acabado una carrera con dos cojones, tienen que cobrar más de mil euros. Te puedo asegurar que muchos jefazos se irían corriendo a la universidad a estudiar.

    Estoy también con Olli: hoy en día y visto lo que pagan, casi es mejor quedarte en casa y hacerte autónomo. Con un poco de suerte superarás los 800 euros trabajando la mitad de lo que trabajarías en una empresa así.

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    1. Rai Rizo Autor

      La educación y la compostura no deberían perderse nunca —no digo que alguna vez no haya perdido la paciencia—, a pesar de que ciertas actitudes nos enerven. Creo que manteniéndome en mi sitio fui capaz de contestarle como lo hice. Si hubiera empezado a calentarme, habría dicho alguna de las muchas burradas que se me pasaron por la cabeza en esos instantes. Y lo de la risa floja fue un reflejo que salió sin más. Mitad nervios, mitad incredulidad. Un What the fuck! en toda regla.

      Lo mejor es que quedaron retratados con tal proceso de selección de personal. Lo de trabajar de forma autónoma es cuestión de tiempo y, evidentemente, se trata de mi objetivo principal en el terreno laboral.

      Besos.

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  8. Eva

    He alucinado con la entrada, Rai. Estaba entre el descojone en algunos fragmentos por la incredulidad y la boca abierta como el genio de la lámpara en Aladdin, vamos.

    Tengo que decir que la experiencia más surrealista que he vivido yo fue el año pasado con un proyecto que empezamos en España y continuamos en Irlanda en la sede del cliente (no puedo dar nombres). Éramos 6 traductores (5 autónomos y yo, que iba con mi jefe), y las cosas que pudimos ver allí eran de un surrealista total y absoluto. Pudimos contemplar la inutilidad y el desconocimiento absoluto sobre nuestra profesión en todo su esplendor por parte de muchos de los miembros que se suponía eran allí nuestros superiores, y cuando un día pensabas que ya habías alcanzado el culmen de lo increíble, al día siguiente te encontrabas con otra más gorda y aún más increíble. Por fortuna, todos los que conformábamos el equipo nos mostramos muy comunicativos y con ganas de arreglar todos los problemas que iban surgiendo sobre la marcha (que fueron muuuuuuuuuuchos muchos muchos); también nos tomamos la molestia de educarlos en nuestra profesión y explicarles cómo trabajábamos, las herramientas que usábamos… la verdad es que al principio fue una pesadilla, pero todos aprendimos de esa experiencia.

    Total, que me voy por las ramas: gracias por compartir con nosotros tu vivencia y felicidades por ponerte en tu sitio, llevar la dignidad por montera y hacerte de valer, de verdad. Menuda caradura le echan… quieren profesionales que dominen varios idiomas, les solucionen la vida y catapulten su empresa a la internacionalización, que ejerzan de traductores, de intérpretes, de secretarios, de coordinadores, de gestores y de lo que se tercie, con toda la responsabilidad que ello conlleva (que no es moco de pavo), que además sean eficaces y eficientes tengan un CV brillante… pero eh, a precio de mercadillo, a ver si te has pensado que vivimos en Noruega. Tío, si quieres un hombre orquesta, vete al circo. Si quieres a gente competente en tu plantilla de cuyo trabajo dependerá que tu empresa avance o no, paga lo que tengas que pagar, que solo vas a contratar a una persona, no a 500. A ver si vamos aprendiendo ya, copón.

    P.D.: lo de la traducción de 3 folios en 5 minutos me ha recordado a una escena que vivimos en Irlanda con unas pruebas que hacían de selección para buscar traductores internos… 300 palabras en 15 minutos como máximo. Desde luego lo tuyo es mucho más exagerado, pero no he podido evitar acordarme de nuestras caras cuando nos contaron las condiciones de la prueba x’D.

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    1. Rai Rizo Autor

      Ya ves, Eva: la incompetencia no pertenece únicamente a un país porque es patrimonio universal de la humanidad. El problema es que la tengas que sufrir en tus propias carnes. Ahí esta el problema. Después de vivir estas cosas, uno empieza a distinguir mucho mejor lo que quiere para su vida profesional. Te abre los ojos, como dice Olli, de una forma que no lo haría ningún cursillo práctico. Es puro empirismo de la mediocridad. 🙂

      Y gracias por nada. Si me hubiese puesto de mala leche, seguramente no habría tenido suficientes mimbres para escribir esta entrada porque estaría plagada de ¡Pflrllrrr! ¡Puffff! o ¡Buaaas! y, la verdad, no tendría mucho valor para el lector un texto así. Actuando de este modo, he podido ser lo más constructivo posible con una situación dantescamente real o realmente dantesca, como quieras. 😉

      Besos.

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  9. Ana B.

    Lamentablemente me identifico con la situación. Sucede en España y sucede en Uruguay igual. Arduo es el camino del traductor independiente pero bueno… «caminante no hay camino, se hace camino al andar».

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    1. Rai Rizo Autor

      ¡Ánimo, Ana! El que la sigue, la consigue. De eso no tengas la menor duda. Si te desanimas, la principal perjudicada vas a ser tú y tu carrera como profesional autónoma. ¡Suerte!

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  10. David

    El problema no es que te haya ocurrido esto porque «el mercado desconoce la realidad del trabajo del traductor y tal y cual, Pascual», sino porque el sistema siempre ha fomentado estos abusos hacia el asalariado -por formado que esté, por competente que sea-. Tengo decenas de amigos informáticos, ingenieros, profesores, músicos y doctores en cosas varias que se han encontrado en situaciones como la que describes. Además, es como si esa suficiencia y chulería intrínsecas al mundo empresarial se exacerbaran -contra toda lógica- ahora que las cosas van mal: «Pasa por el aro, niño, ¿no ves que estamos en crisis?», parecen decir. Así las cosas, seguir de autónomo y conservar tu parcelita de independencia para mandar ‘affanculo a quien lo requiera es un tesoro.

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    1. Rai Rizo Autor

      Gran reflexión, David. Sí es cierto que existe una cultura de abuso hacia el asalariado en la mayor parte de sectores de trabajo. Es el típico «tú trabaja mucho y bien que el que pago soy yo». En mis años de bachillerato y al empezar la universidad sí trabajaba para una empresa que nada tenía que ver con el mundo de la traducción para poder costearme los estudios. Creo que ha sido la única etapa de trabajador por cuenta ajena donde me he sentido valorado y bien pagado (las horas extras estaban extraordinariamente bien pagadas) y conseguía un sueldo más que digno, que muchos asalariados medios querrían en ese momento.

      En fin, tienes mucha razón, David. No sólo es el desconocimiento sino más bien el trato que se le da al trabajador. Tampoco podemos pretender que sean expertos en la materia, pero ese trato prepotente y pedante que suelen mostrar no tiene justificación en ningún contexto.

      ¡Gracias por comentar! 🙂

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  11. L Molina

    ¿Te has planteado que lo que estuviera probando no fuera tu calidad como traductor sino tu capacidad de reaccionar ante una situación límite? Me da la sensación de que te dio a elegir entre el bolígrafo y el lápiz para comprobar la seguridad que tienes en ti mismo. Parece una tontería, pero hay montones de detalles como ese que utilizan los entrevistadores para ir calando al entrevistado. No te quedes con la superficie, mira más allá y ánimo 😉

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    1. Rai Rizo Autor

      ¡Hola!

      Claro que lo pensé, pero me parece que los métodos utilizados no son los más correctos aplicados para un puesto de traductor/y no sé qué cuantas cosas más. El problema es que aplican métodos anglosajones de selección de personal, muy modernos ellos, y realmente no saben ni lo que quieren ni lo que piden. Queda tremendamente cool, pero si lo que piden es irreal, desproporcionado y muestran un total desinterés y desconocimiento por la profesión del traductor y, no ya eso, por las palabras del entrevistado, algo falla. Lo del boli y el lápiz es un detalle grotesco teniendo en cuenta cómo había involucionado la entrevista.

      Simplemente hay que ver la descripción de las ofertas de trabajo que llegan desde los países anglosajones: decenas de requisitos que has de cumplir, descripción detalladísima del puesto y responsabilidades, salario anual y tantísimas otras cosas que te muestran de una forma transparente en qué consiste el trabajo. No se puede tener una mentalidad empresarial del siglo XX y unos métodos de selección del siglo XXI. Si pensaban que me iba a plegar a sus condiciones y decir «sí, bwana» iban apañados. Que está claro que ellos deben evaluar al entrevistado, seleccionan ellos al personal que necesitan, pero que no se les olvide que el entrevistado también están en disposición de evaluar a la empresa.

      ¡Saludos!

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  12. Alba Sabuco

    Hola Rai! qué identificada me he sentido contigo!
    Hace unos 3 meses hice una entrevista que me ha recordado tannnnto a lo que cuentas…
    Solo espero que no sea la misma empresa…. 🙂
    (en Benidorm…..)

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  13. Rai Rizo Autor

    ¡Hola, Alba!
    No, la entrevista no fue en Alicante. 🙂
    Pero ya veo que hay ciertos patrones empresariales que se seguirán repitiendo ad eternum.
    Besos.

    Responder
    1. Rai Rizo Autor

      Itziar, dalo por hecho. Estoy seguro de que ya habrá alguien trabajando allí. Pero que no te den ganas de llorar, chica. Lo que hay que hacer en estos casos es aprender de lo vivido y no darles el placer de que te machaquen con cosas así.
      ¿Un trabajo es importante? Sí. ¿Más que tu propia autoestima, al fin y al cabo, tu salud? No. Experiencias así decepcionan, claro que sí, pero las enseñanzas que puedes extraer de ellas pueden ser muy valiosas.
      ¡Ánimo!

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  14. Pablo Muñoz Sánchez

    ¡Madre mía! Desde luego, ver para creer. 🙁 No voy a decir nada nuevo que no hayan dicho los demás, pero estoy de acuerdo en que hiciste muy bien manteniendo la compostura y siendo educado. Haber hecho otra cosa sería ponerse a su nivel.

    Es cierto que un trabajo de traductor en plantilla no va a tener un sueldo decente en la mayoría de los casos, pero está claro que tiene que haber unos mínimos, sobre todo según la ciudad en la que vivas, tal y como dice Olli (doy fe de que en Granada se puede vivir muy bien con 900 €, pero en Madrid me comería los mocos).

    Ellos se lo pierden: si se mostraron así desde el principio, mejor no haber empezado a trabajar allí, no parecía precisamente el mejor ambiente…

    Así que nada, una experiencia que te llevas y… ¡quien la sigue la consigue, así que mucho ánimo! 🙂

    Un saludo,

    Pablo

    Responder
    1. Rai Rizo Autor

      Pues sí, Pablo, así es. La verdad es que lo que cuentas también lo pensé: imagínate entrar en la empresa y que luego, meses más tarde, te salen por peteneras y te vienen con la misma exigencia y actitud que mostraron en la entrevista. Pues la verdad, habría sido una sorpresa muy desagradable.

      Sé que un traductor en plantilla no puede pedir la luna, pero tampoco puede rebajarse a cobrar algo que le infravalore de forma evidente. Humillaciones no, por favor.

      Gracias por pasarte por aquí y un abrazo. 🙂

      Responder
  15. Carla

    Hola Rai:

    Magnífica entrada, un gusto leerte, como siempre. La leí cuando la escribiste, pero no había tenido tiempo de comentarte. Muy fuerte, la verdad, aunque no me sortprende demasiado. Aunque lo tuyo es bastante más fuerte, me ha recordado a una experiencia que tuve hace años. Entrevista telefónica en inglés para comprobar acento y soltura, prueba de traducción inversa aquí te pillo aquí te mato solo con un papel y un boli. Lo peor es que todo fue bien y el contexto para mí era genial: deporte + académico + EEUU. El principal problema vino cuando me preguntaron si estaría dispuesta a subirle un poco las notas (en la traducción) a los estudiantes españoles. No hace falta que escriba cuál fue mi respuesta.
    Si es, hay cosas por las que no hay que pasar.
    Un abrazo, Rai, y mucho ánimo.
    Carla

    Responder
    1. Rai Rizo Autor

      Hola, Carla:

      Gracias por comentar. Pues sí, hay cosas que nunca debemos pasar por alto. Por salud mental, más bien. Como ya he dicho, tuve paciencia (por momentos creo que demasiada) pero hay cosas que he omitido en la entrada que son ciertamente desagradables y que están más cerca de la sinvergonzonería que otra cosa. Era gente joven pero con una mentalidad retrógada, de empresario trasnochado. Son cosas que te chocan porque crees que habrá afinidad al ser chicos y chicas casi de tu edad y estarán concienciados con los problemas de trabajo de la población joven y bla bla bla… Ilusiones vanas.

      Ya veo que muchos de nosotros ha tenido experiencias de este tipo. Espero que, al menos, hayamos aprendido la lección y sacado conclusiones positivas al respecto. 🙂

      Un abrazo y gracias.

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  16. Lorena Ruiz

    Hola, Rai:

    Me ha encantado tu entrada. Me alegro (y no) de saber que no estoy sola en esto. En muchas empresas buscan traductores multiusos que sepan sacarle brillo a los cristales mientras traducen en 6 idiomas el mismo e-mail vacío de contenido que te ha pasado tu jefe en una servilleta. Hablo por experiencia propia (no puedo dar nombres). Cada vez que pienso en lo mucho que me esforcé en mis años de estudios (y actualmente) me baja la moral. Solo comentarios como los tuyos hacen que sigamos hacia delante.

    Espero que sigas intentándolo y que tengas muchas más suerte en la próxima vez. Yo también estoy en esa fase experimental.

    Un saludo y muchas gracias por compartir estas cosas que muchos no nos atrevemos a denunciar.

    Lorena Ruiz

    Responder
    1. Rai Rizo Autor

      Hola, Lorena:

      Me alegro de que la entrada te haya resultado reconfortante. Son muchos años de esfuerzo y dedicación, piensas en todo lo que has tenido que pasar para llegar hasta aquí y cuando te sucede una cosa así, es normal que te deprimas un poquito. Pero un poquito, ¿eh? 🙂

      No hay que dedicarle apenas tiempo a esta gente que lo único que hace es emborronar tus objetivos. Mejor obtener enseñanzas con la mente en modo positivo que caer en la autoflagelación y en el «qué desdichado soy». Piensa también que con gente así no serías feliz y te amargarían la existencia. Si tienes claro tu objetivo, estas cosas simplemente serán piedras en el camino.

      Y este tipo de experiencias deberían ser denunciadas, primero, para liberar endorfinas después de acumular tanta mala leche y, segundo, para que la gente pueda sentirse identificada y darse cuenta de que no están solos en el mundo. Que habrá gente que se creerá que el mundo está en su contra y hay una conspiración a escala planetaria que no le permite ser feliz.

      Un saludo y mucho ánimo.

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