Venturas y desventuras de TeI

Después de leer con detenimiento el artículo publicado por Eugenia Arrés López y Elisa Calvo Encinas, cualquiera que haya sido estudiante de Traducción e Interpretación puede verse reflejado de algún u otro modo en los datos objetivos que se desprenden del texto. Las experiencias académicas de cada uno de nosotros han servido para nutrir de datos estadísticos ese estudio de campo donde, entre muchas otras cosas, se infiere una carencia explícita de esta licenciatura para colmar las expectativas de sus estudiantes.

Un servidor ingresó en la universidad en el año 2002 con la ilusión y las perspectivas de futuro que generaba en mí una carrera como Traducción e Interpretación. Escogí el idioma francés como Lengua B pero, muy pronto, me di cuenta de que el nivel exigido durante el primer año de grado universitario superaba con creces las enseñanzas que había recibido en etapas estudiantiles precedentes. El primer curso académico de mi vida universitaria resultó ser una auténtica odisea pues transité por él prácticamente desarropado recibiendo todo tipo de azotes.

Para un estudiante que se había acostumbrado a obtener buenos resultados académicos fue un trago muy difícil de superar ya que las decepciones superaron en número e intensidad a las alegrías. Recuerdo, con innegable satisfacción, cómo apoyé los codos encima de la mesa durante el verano de 2003 para lograr alcanzar el nivel de francés requerido por la licenciatura de TeI consiguiendo sacar adelante el primer curso académico en la convocatoria de septiembre.

Superar semejante desafío infundió grandes dosis de autoestima en mi ánimo sirviéndome como acicate para afrontar con garantías el resto de la licenciatura, sin embargo, al tiempo que experimentaba un sentimiento incontenible de alegría, una cuestión comenzó a rondar insistentemente por mi cabeza: ¿Por qué no existe una prueba de nivel en esta carrera? ¿Acaso esta criba no es un ejercicio de pragmatismo y justicia para con todos los aspirantes? Con este examen necesario se evitarían muchas decepciones, fugas o prisas de última hora por coger un vagón que se escapa, como es mi caso. Muchos compañeros hincaron sus rodillas en el suelo y dijeron adiós por la puerta de atrás.

Por otra parte, a día de hoy me sigue pareciendo un peligroso ejercicio de demagogia el hecho de que los Departamentos de Traducción e Interpretación sigan incluyendo salidas laborales tan atractivas pero tan poco sensibles con la realidad mundana de la inmensa mayoría de traductores. A mi mente vienen esas campañas publicitarias anunciadas a bombo y platillo a través de las cuales se pretende vender un producto excepcional pero cuya letra pequeña es tan imperceptible que apenas se puede leer.

Confieso que me sentí profundamente atraído por las expectativas profesionales y económicas que generaba un trabajo directamente relacionado con Organismos Internacionales, o mejor aún, la traducción literaria, género por el que siempre he sentido una especial predilección. Pero la realidad del traductor, o al menos gran parte de ella, no está adornada por estas ínfulas que más bien deberían proyectarse como sospechosas cortinas de humo relacionadas con la captación de un número mayor de estudiantes en las aulas de la facultad de Filología.

Algunos (quizá muchos) de los que entramos de nuevas en esta carrera, pronunciamos con inmaculada inocencia o fantaseamos alguna vez con que estaríamos en Nueva York o Bruselas trabajando para las más altas instituciones internacionales a la par que nuestra cuenta corriente engordaría con inusitada rapidez. Alma cándida la mía… Todo traductor sabe lo complicado que es labrarse un futuro en esta profesión y con la perspectiva que dan los años y las experiencias vividas, a uno le empiezan a oler a chamusquina todo este tipo de cosas que rozan la sinvergonzonería.

¿Mienten los descriptores laborales de esta carrera? No, pero se traslada al estudiante una información sesgada que induce a la confusión. ¿Hay traductores españoles en la Unión Europea? Por supuesto. ¿Se ajusta a la realidad del mercado? Rotundamente no. Cuando me licencié, tuve la sensación de ingresar en una nueva dimensión, un universo paralelo del cual nunca tuve noticias en la universidad. Ese nuevo cosmos no fue cálido, ni mucho menos acogedor sino que se presentaba como algo glacial, inexplorado y vacío, muy vacío. Un traductor novato que realmente quiere dedicarse profesionalmente a estos menesteres no está en absoluto preparado para enfrentarse a la realidad que le espera más allá de los muros protectores de la universidad. ¿Por qué no incluir jornadas de orientación laboral específicamente concebidas para los estudiantes y futuros profesionales? ¿Por qué esa carencia de información vital ha de ser suplida con toneladas de dedicación en foros específicos de traducción y otras plataformas de Internet donde poder hallar enseñanzas de gran valía?

Desde que ingresé en TeI supe que quería traducir. No hay nada más satisfactorio que entregar una traducción con tu propio sello personal, con tu universo profesional plasmado en miles de letras. Pero, ¿en qué beneficia al estudiante ingresar en una licenciatura donde no se le prepara para lo que llega tras la etapa universitaria? ¿Por qué seguir permitiendo ese vacío tan evidente tras la obtención del grado? ¿Por qué se sigue permitiendo la dispersión y el desánimo entre los estudiantes? Todo aquel que dijo alguna vez “quiero estudiar idiomas” debe tener la oportunidad de demostrarlo con planes de estudios justificados en la realidad del mundo en que vivimos.

Y la última pregunta: ¿Por qué tantos compañeros de promoción no se han dedicado a la traducción o la interpretación? Es evidente que la estructura educativa se asienta sobre bases inconsistentes y está contribuyendo al incremento desmesurado de licenciados en TeI que realmente no ejercen como tal, contribuyendo, quizá, a la distinción de este grado como un medio de prestigio para conseguir una mejor consideración laboral en ámbitos no relacionados con la traducción pero sí ligados, en mayor o menor grado, al dominio de los idiomas. Sea como fuere, el verdadero traductor es un profesional hecho a sí mismo pues no me cabe la menor duda de que las carencias que exhibe esta carrera han influido enormemente en la creación de profesionales autodidactas, emprendedores y proactivos. Después de todo… no hay mal que por bien no venga.

19 comentarios en “Venturas y desventuras de TeI

  1. Cristina

    Buf, Rai, ¡cuanta razón! Y cuantas preguntas sin respuesta. Yo creo que muchos de los profesores que nos han dado clase, por lo menos en Alicante, no han ejercido realmente como traductores ya sea en plantilla o autónomos. Pero no lo sé. Teníamos profesores muy buenos y no tan buenos, muy motivados para enseñarnos, y otros no tanto. Algunos, muy pocos, sabían como es la realidad de nuestra profesión, otros te vendian la moto.
    No sé, sólo decirte que mucho ánimo y ya sabes que para lo que sea todos estamos ahí, perdidos por el mundo virtual, pero siempre dispuestos a echar una mano a los compañeros 😀

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  2. Curri Barceló

    Noto cierto pesimismo en tu texto 🙂

    Lo de que muchos licenciados no se dediquen a la traducción no es algo que me preocupe ni creo que debiera preocuparnos. Muchos descubren que, en verdad, no quieren pasarse el resto de sus días delante de un ordenador creando textos paralelos y discutiendo con agencias sobre cuánto merecen cobrar. Otros deciden hacer un máster en algo relacionado y descubren que, ese otro mundo, se adapta mucho mejor a lo que quieren de la vida. Otros prefieren dedicarse a la docencia, aunque sea como profesores de colegio o instituto. No creo que todos los licenciados de todas las carreras acaban trabajando de «lo suyo». Vale, la mayoría de los médicos acaban ejerciendo de médicos, al igual que las efermeras y, seguramente, muchos otros. Pero hay muchísimos abogados que no hacen nada relacionado con lo suyo, e ingenieros, y artistas… Hasta conozco pilotos que hacen otra cosa…

    En lo que sí que estoy de acuerdo es en la falta de «teoría de la práctica» en las universidades y que sí, muchos salimos creyéndonos que nos comeremos el mundo, pero el mundo acaba comiéndonos a nosotros… Y no podemos evitarlo. A lo mejor saben que si se dan esas «practicalidades», la mitad de los estudiantes lo dejarán en segundo, jejejeje. No pueden arriesgarse a perder tanto dinero 🙂

    Yo soy de las primeras que lo digo, que las universidades deberían traer a más exalumnos para que expliquen cómo es el día a día, las dificultades y, cómo no, los éxitos.

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  3. Eugenia

    Hola a todos 🙂

    Por alusiones (y encantada de poder participar en el debate), creo que la situación no ha cambiado mucho en los últimos tiempos.

    Como has mencionado muy acertamente lo que nos ha ocurrido a prácticamente todo el alumnado de TeI, hay poco que añadir. Precisamente buscando las expectativas del estudiantado (¿alguien se había cuestionado que el alumnado también cuenta en el juego de la enseñanza de TeI?), Elisa y yo trabajamos en este artículo, en parte como una investigación más de su tesis, que os animo a consultar como una fuente de referencia magnífica (http://0-hera.ugr.es.adrastea.ugr.es/tesisugr/1852574x.pdf).

    Tengo varias respuestas y varias preguntas al respecto, que espero alimenten el debate:
    1) Muchos compañeros no se han dedicado a la TeI porque directamente no era lo que buscaban y/o no les apetece ejercer este tipo de actividad. Sorprendente, pero cierto. El porcentaje de titulados que no ejercen en este campo es curiosamente voluntario en muchos casos.

    2) La prueba de nivel parte de un consenso entre universidades en cada comunidad. En Granada siempre hubo prueba hasta que se consensuó que se eliminaría en toda Andalucía (por motivos en darían mucho que hablar).
    Respecto al resto de universidades, tienen autonomía para decidir qué hacer. La prueba otorga nivel, pero resta volumen de alumnado…

    3) En uno de mis proyectos fin de carrera analicé cómo vendían las universidades las posibles salidas, con su posterior análisis con respecto a la realidad del momento (lo recuperaré para aclarar este tema).

    4) Yo soy la profesional/docente que más aboga por la orientación previa y posterior. Intento adecuar todo lo que puedo y en pequeña parcela mis clases para que los alumnos reciban toda la orientación que les pueda servir. Aunque también me pregunto: ¿qué deberíamos enseñar? Ahí entra el alumnado y sus inquietudes.

    5) ¿En qué crees que no se te ha preparado para la vida profesional? (Esto, aparte de para fomentar el debate una vez más, es una cuestión personal para los estudios que estoy realizando, intentando acabar con ese distanciamiento).

    6) ¿Por qué crees que existe este incremento de licenciados que no ejercen como tal? ¿Qué carencias ves?

    7) Yo, pese a ser de la vieja escuela, recibí aproximadamente la misma formación y fui autodidacta en muchos otros aspectos, como gran parte de los compañeros de mi generación. Siempre lo vi como algo normal y positivo. Nadie sale de una titulación siendo un experto.

    8) Creo que la incorporación de profesorado nuevo ya licenciado en TeI y con experiencia en campos específicados de la T y la I está aumentando a pasos agigantados y está mejorando muchísimo el concepto de «realidad profesional» para el estudiante.

    Siento el comentario tan extenso, pero tengo muchísimas conocimientos que recibir por vuestra parte y creo que bastantes cosas que comentar también.

    Un abrazo y gracias por la lectura.

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    1. Curri Barceló

      Ahora que leo lo que Euge ha escrito, sobre el punto 1, sí que es verdad que mucha gente entra en TeI «porque le gustan los idiomas» y en mi universidad había varios que no querían ser traductores pero querían estudiar algo con idiomas y la Filología les parecía un poco rollo. También tengo una buena amiga que ya lo decía desde el principio: ella quería ser directora de colegio y, para ello, necesitaba una licenciatura, así que, como quería dedicarse a la docencia de inglés, decidió que TeI era lo mejor. Ahora es dueña de una escuela de inglés, francés y alemán que utiliza un sistema de enseñanza pionero (de hecho, recibió una beca por parte de la Generalitat por ello). Pero la mayoría de mis compañeros de curso, acabaron la carrera por no dejarla a medias pero ya en tercero tenían muy claro que ellos no querían dedicarse a traducir. Sí es verdad que, en mi universidad, pocos profesores nos dijeron que el mundillo era fácil, pero tampoco nos decían que fuese imposible. Muchos de mis profesores ejercían como traductores. Por ejemplo, la de traducción jurídica era traductora en el buffette de su marido (y también era licenciada y traductora jurada por el MAE). El profesor de inversa de catalán-inglés traducía poemas del catalán al inglés, la de inversa castellano-inglés trabajaba en una empresa de subtítulos en Barcelona. Y, así, casi todos los profesores que te enseñaban traducción o interpretación habían estado traduciendo en algún momento de su vida.
      De hecho, en cuarto tuvimos a una profesora que nos enseñó a usar Trados (era una asignatura de eso) y trabajaba traduciendo manuales de aparatos del alemán al español porque casi no había gente haciéndolo y decía que el Trados era imprescindible en su vida. Nos dio trucos para empezar (abrirse una cuenta en proz.com, hacerse un correo exclusivo para el trabajo, que no fuese «conejutafeliz@hotmail.com» y cosas así, que nos comprásemos un buen ordenador, pantalla y reposamuñecas… y que nunca nos rindiésemos, que no era imposible conseguirlo).

      A lo mejor tuve mucha suerte, no sé. Algunos compañeros de mi universidad pidieron traslado a la UAB y decían que echaban de menos nuestra universidad por la forma de enseñar tan individualizada, porque en la UAB eran un código de barras, prácticamente. ¡Tal vez es por eso que noto tanto pesimismo en el texto! No te lo tomes a mal. Cuando lo acabé de leer me dieron ganas de ir a tu casa y darte un abrazo para consolarte 🙂

      Ah, en mi universidad no había prueba de entrada, simplemente porque era privada y, vamos, nunca había falta de plazas y, mientras pudieses pagarlo, les daba igual. De hecho, no éramos más de 40 alumnos en cada curso. Haber hecho una prueba habría sido la perdición para la universidad. No digo que esté en contra, pero está claro que, haya prueba o no, si no tienes un mínimo de inglés, la carrera no la acabas. Al menos en mi universidad. Yo misma suspendí el primer semestre de inglés y aprobé el segundo porque, según la profe, me había esforzado mucho. Por eso decidí venirme en verano a Londres y, además, al acabar la carrera, porque sabía que mi nivel de inglés (y el de la mayoría de la gente que estudia TeI, para qué nos vamos a engañar) no era lo suficientemente bueno. Y antes de que me saltéis al cuello, con esto me refiero a que, al salir de COU/Bachiller, el nivel de inglés de los españoles no puede compararse con el de ningún otro país europeo (sin contar R. U. e Irlanda, claro), y que todos deberíamos hacer el esfuerzo de intentar mejorarlo yéndonos una temporadita a un país de habla inglesa. Que yo me tiré muchos años de mi vida con profe particular inglesa y, en el momento en que puse un pie en este país, madre, me encontraba perdida como un pulpo en un supermercado 🙂

      Y me he dado cuenta de que me he ido del tema. Sigo con las preguntas de Euge.
      2) Por si te sirve, en el caso de Cataluña, que es el que conozco, hay tres universidades con TeI y solo en dos se hace la prueba de ingreso (Pompeu Fabra y UAB). De hecho, yo suspendí la de la UAB (nunca se me dieron bien los exámenes y, además, tuve un muy mal día) y, por eso, me llamaron de Vic, donde parece que iban todos los que no habían podido entrar en las otras dos universidades por baja nota de corte. Creo que en mi curso fui de las pocas que suspendieron la prueba de ingreso pero la única a la que le sobraba nota de corte 🙂 Ironías de la vida. También sé que había (al menos en mis tiempos) ecamen de ingreso en la Universidad de Salamanca y creo que en alguna por Madrid. Yo creo que la prueba de ingreso no perjudica a nadie, pero también es verdad que puede haber casos en los que te juegas demasiado a un examen, como me pasó a mí. Creo que sería más efectivo, por ejemplo, exigir una nota alta de Inglés o Francés, o el idioma que hayas hecho en Bachillerato. Tampoco sería mala idea, y te evitas que gente con potencial tenga un mal día o no pueda asistir al examen por la causa que sea, y se tenga que esperar un año.

      4) Un aplauso, Euge, por ser de esas. Si te sirve mi propia experiencia, además de lo que me explicaron a mí, yo eché de menos algunas cosas. Por ejemplo, nunca nos animaron a hacer publicaciones o invvestigar sobre la lengua, a pesar de que nos daban acceso a todas las revistas de traducción que quisiésemos. Me hubiese gustado que nos hubiesen animado a hacerlo. Al igual que participar en conferencias. Mi universidad hace, cada año, unas jornadas en traducción. Yo acudí tres años como oyente (nos daban un título y todo), pero no me hubiese importado que nos animasen a participar o, por ejemplo, que ahora que llevo años ya en el mundo, me animen a ir y presentar algo, cosa que no han hecho aún (un profe me lo dijo, pero parece ser que se olvidó de comentárselo a la organizadora…). Tampoco sé lo que enseñas, pero creo que, cualquier cosa que les sirva para verse menos perdidos les iría bien 🙂

      6) Yo no veo que haya más licenciados en TeI que no ejerzan como tal que ingenieros o arqueólogos. No sé, lo mismo soy demasiado positiva (a pesar de la mierda de tiempo en este país, jajaja).

      7) Totalmente de acuerdo. No deberíamos pensar que nos tienen que dar la comida masticada. Además, el tenerse que sacarse las castañas del fuego es lo que da vidilla a este mundo 😉

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  4. Pablo Muñoz Sánchez

    ¡Genial entrada! Y no sé, al contrario que Curri, yo no veo tanto pesimismo en el texto, sino simplemente una forma de reflejar la realidad.

    Ahora comparto el texto en Facebook y Twitter. 🙂

    Saludos,

    Pablo

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    1. rairizo Autor

      Efectivamente Pablo, mi texto no pretende ser pesimista. He intentado contar al detalle lo que sentí antes, durante y después de llevar a cabo mis estudios de TeI. Creo que, en mayor o menor grado, todos hemos experimentado muchas carencias en la enseñanza dependiendo claro está de la facultad en la que hayamos estudiado.

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  5. Celeste Do Vale

    ¡Hola! Acabo de encontrar esta entrada en el Twitter de Pablo Muñoz Sánchez, y no he podido resistirme a comentar algo 🙂

    En la USAL acabamos de tener una semana de conferencias con traductores e intérpretes «de esos que no existen», de los de la ONU y la UE. Sinceramente, no tenía expectativas demasiado altas, pero ha estado genial. Muchas de esas personas han compartido con nosotros, los alumnos que estamos a punto de terminar la carrera, sus experiencias personales: lo difícil que ha sido, los caminos que han tenido que seguir… Y además nos han traído documentos que traducen en sus puestos de trabajo, y nos han enseñado vídeos de interpretaciones reales…

    Y así hemos visto que algunos están explotados y otros viven del cuento, por ejemplo. Y es genial ver cosas así a estas alturas de la película, en vez de seguir pensando en ellos como algo abstracto.

    Aparte de eso, tenemos una nueva asignatura que, parece ser, servirá para eso que ahí arriba leo de «teoría de la práctica». Lo cierto es que nos están usando de conejillos de indias, y los propios profesores no saben muy bien cómo enfocar la asignatura; pero de momento está sirviendo para que ellos mismos nos cuenten sus experiencias y nos hablen de «ahí fuera». Desde cómo explotan algunas agencias a la ironía de acabar siendo profesor cuando no estaba en tus planes, o a la competitividad entre intérpretes y la dificultad de hacerse con clientes… En términos muy reales, ¿eh? Con cifras, nombres y todo. O sea, que aunque la asignatura no tenga lo que se dice mucho currículum, nos está espabilando bastante.

    Que no quita que, en unos meses, cuando salga al mercado laboral piense: «Pues no, no me sirvió de nada». Pero de momento me está sirviendo para tenerle un poco menos de miedo al futuro. Y con algo de suerte el ejemplo de nuestros profesores resulta ser una nueva tendencia, y a partir de ahora a los alumnos de T&I les cuentan de qué va la película desde el principio.

    ¡Un saludo desde Salamanca!

    Celeste

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  6. Marie

    Creo que exageráis , así es todo. Primero un se crea unas expectativas enormes, luego empiezas en la universidad y te das cuenta que no era pAra tanto y cuando acabas estas inmerso en un mundo de confusión caótica . Yo estudie Filologia y me vi abocada sin quererlo en la docencia.
    Abandoné y me apunté en seminarios de traducción para dedicarme a lo que siempre pensé era mi vocación(también soy bilingüe) .
    La decepción fue sonada.
    Las pruebas a las que me presentaba eran surrealistas, y pronto me di cuenta que aquello no tenía mucho que ver con mi mundo idealizado de la traducción.
    Pronto descubrí, que lo que a mi me apasionaba era el proceso de la traducción, por eso leo este blog , me entusiasma todo lo que tiene que ver con la traducción, pero el resultado final de una traducción siempre me decepciona
    (es una opinión muy personal y muy poco realista).
    Creo que la realidad se percibe muy diferente de una lengua a otra, y eso me provoca una impotencia que me paraliza frente a un texto, podría darle mil vueltas y no acabarlo nunca.
    Por eso ,os admiro por el valor que tenéis a la hora de traducir ,y que no
    cunda el desanimo!

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    1. Curri Barceló

      Marie, mi pregunta es: ¿por qué te apuntaste a «seminarios» de traducción si, habiendo hecho la carrera de Filología, con dos años de TeI ya tenías la licenciatura? A lo mejor en los seminarios no te mostraron las formas de «contentarte» con el resultado final de la traducción 😉
      A mí me apasiona el proceso y el resultado, es decir, el ver que he sido capaz de crear un texto igual o mejor (sí, mejor, de ahí que yo podría considerarme un poco «traidora») que el original y que, por lo tanto, mis lectores disfrutarán de la lectura. Sí, es verdad que no siempre es así ni tampoco que no hay que superar baches por el camino, pero en ningún momento me imaginé otra cosa cuando entré en la carrera.

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  7. Elena Pérez

    Estoy de acuerdo en que las facultades, en su mayoría, no preparan para lo que los alumnos se van a encontrar cuando salgan, pero coincido con Eugenia en que muchos de los que no se dedican a la traducción lo hacen porque no quieren (mucha gente hace Traducción e Interpretación simplemente porque le gustan los idiomas).

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  8. amaiazz

    Me está resultando interesantísima esta entrada y los comentarios que está generando.
    A mí siempre me ha parecido que en España, en general, se le da demasiada importancia a «ejercer de lo tuyo», siendo «lo tuyo» aquello que has estudiado en la diplomatura o licenciatura. La universidad debería servir para madurar, adquirir unos conocimientos generales amplios, explorar, conocerte a ti mismo… por eso soy partidaria de modelos como el estadounidense o el alemán, donde los estudiantes suelen tener más libertad para probar asignaturas de lo más dispares. Después ya tendrás oportunidad de especializarte haciendo unas prácticas, en tu primer trabajo, mediante un máster…
    Yo estudié TeI y en primero ya tenía clarísimo que lo mío era la lingüística y que quería doctorarme en gramática generativa (¡toma ya!). Cuando terminé la carrera seguía con esa idea, aunque una estancia en Alemania me había hecho dudar de si era chomskyana o funcionalista, pero todavía necesité empezar un doctorado en Barcelona para acabar de darme cuenta de que aquello no era lo mío. Ironías de la vida: yo, que desde el principio tuve tan claro que la traducción no era lo mío, he acabado dedicándome a esto y me encanta 🙂
    Que conste que yo suelo ser muy crítica con la universidad en España y que creo que hay mucho por mejorar, pero también opino que debemos aceptar nuestra parte de responsabilidad cuando las cosas no nos salen a la primera o si no estamos trabajando para la ONU nada más licenciarnos. Precisamente una de las carencias de la universidad, en mi opinión, es que nos protege demasiado y no nos hace «espabilarnos».

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    1. rairizo Autor

      Quería generar debate, pero no me esperaba tanto en tan poco tiempo… Estoy aprendiendo mucho con vuestros comentarios 🙂
      Estoy de acuerdo contigo Amaia. La universidad española peca de sobreprotección (por eso mi comentario en el texto sobre «los muros protectores de la universidad»). Exceso de teoría y práctica mal llevada a la práctica, valga la redundancia.

      Y por supuesto, espero que nadie haya entendido con mi texto que la universidad es la encargada de resolvernos la papeleta una vez ingresados de lleno en el mercado laboral. En absoluto. Para mí el inconformismo es un rasgo inequívoco de progreso. Lo que quiero decir es que eché en falta una vocación más allá de lo estrictamente académico por parte de cierta parte del profesorado que se centró en dar sus clases, decir adiós y cerrar la puerta. Eché de menos la opinión de un verdadero profesional, algo que muchos estudiantes pedimos en tercer y cuarto curso. Nunca pedí que me extendieran una alfombra roja para entrar al mercado laboral, simplemente pedí información.

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      1. Curri Barceló

        Ahí te entendí. No creo que sea bueno que nos lleven de la mano. De hecho, una de las cosas buenas que tienen en las universidades británicas y americanas (y, por eso, parece que son las que más pretigio tienen) es que apenas das clases teóricas y tienes que buscarte la vida para todo. Eso es muy bueno porque ayuda a madurar a mucha gente.
        Entendí que lo que hacías es como un llamamiento a los profesores para que aconsejen a los alumnos, les cuenten experiencias y, en definitiva, les cuenten un poco el mundo de verdad, no el mundo que está en los libros. Y ahí, estoy contigo, como también dijo Eugenia, que es algo que, seguramente, se irá haciendo más a medida que haya más Licenciados en TeI como profesores. Ya os digo, en mi universidad había unos cuantos y, en ese sentido, puedo decir que tuve mucha suerte porque siempre te explicaban cosas si se las pedías 🙂

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      2. amaiazz

        Cierto, yo también eché de menos más práctica y menos teoría y salí de la universidad con la sensación de que muchos de los profesores nunca se habían dedicado a la traducción profesionalmente (y no, haber traducido el libro de un colega hace cinco años no cuenta). Veo que no ocurre en todas las facultades, lo cual es un alivio. Sería muy positivo para los alumnos y para la profesión en general que a los profesores universitarios les exigiesen contar con experiencia práctica en el tema o temas que imparten.

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  9. Eugenia

    Cuantísimo comentario! Se nota que es una entrada muy interesante. Allá van más apreciaciones:

    • Pruebas de acceso y nivel de entrada
    Vistos los problemas de nivel de acceso que tenemos (y que se perpetúan en cursos posteriores, ralentizando la dinámica de aprendizaje de las técnicas de TeI), creo que sería prácticamente obligatorio probar el conocimiento de la lengua del alumno. Como jugárselo a una carta no es siempre justo, el método de las notas en asignaturas de idioma y lengua española en Selectividad podría ser una alternativa.
    Inconvenientes: 1) volveríamos al debate de los centros que inflan las notas en Bachiller para que sus alumnos entren donde quieran; 2) El nivel de Bachiller tampoco es suficiente para garantizar un conocimiento del idioma. Pondría la mano en el fuego porque la mayoría de los alumnos que entran en facultades de TeI con una nota de corte alta tienen un 9 o un 10 en Selectividad (y el problema sigue ahí).

    • Investigación y publicaciones
    Tal como está configurado el sistema universitario español, la investigación corresponde a un tercer ciclo y así se fomenta específicamente en los másteres (especialmente en los de perfil investigador, no profesionalizante). Por tanto, es poco habitual que se fomente la investigación científica, entendida como estudio profundo con resultados y no como trabajo de clase. Apenas tenemos tiempo para impartir conocimientos más o menos específicos, por lo que explicar el método científico y procurar que los alumnos se interesen realmente por ello y les sea útil es prácticamente imposible. Acabas respondiendo a las necesidades y los intereses de la mayoría, y la mayoría no quieren investigar en TeI 🙁
    Yo siempre intento informar de charlas, conferencias, etc., y les animo a que escriban y hagan sus propias aportaciones, pero el interés generalizado no es mucho. Están muy ocupados como para pensar en eso todavía y hacer un buen trabajo.
    Con los alumnos de máster sí que lo hemos conseguido ya y con muy buenos resultados (pero son más maduros y es más fácil introducir el estudio autónomo).
    Respecto a las invitaciones de los centros para presentar comunicaciones, los comités deberían saber explícitamente que te dedicas a la investigación en alguna rama. Somos muchos para que estén pendientes de todos. En la UPO, como aún son pocos alumnos de máster, es más sencillo controlarlos e invitarlos.

    • Sobre el profesorado
    Los tiempos cambian y la universidad se renueva. En algunas facultades el proceso será más lento y en otras más rápido. Tened en cuenta que, como profesor, uno puede ser un profesional experto o no haber tocado una traducción en tu vida. Existen varios caminos para acceder a la docencia y cada uno elige el que más le gusta y/o el que le toca.
    En el pasado, se pasaba de la licenciatura al doctorado y al mundo académico e investigador. Y este mundillo ocupa muuucho tiempo, creedme, así que probablemente fuera difícil encontrar hueco para estar completamente al día de lo que se cocía en el mercado profesional.
    Por otra parte, la realidad del profesor que es primero académico y luego profesional suele ser distinta, porque los contactos que hará se realizarán en base a un prestigio ya adquirido como docente e investigador (condiciones que no tienen nada que ver con la realidad de los inicios de los licenciados en TeI).
    Pero todo esto es mucho generalizar, la verdad…

    • Sobre títulos y madurez
    Coincido por completo con @amaiazz en el objetivo de la universidad y, por ende, del estudio de una titulación universitaria. Sin entrar al análisis de lo que prescribe Bolonia, aunque me parezca muy interesante, la idea es que el alumno sea capaz de desarrollarse profesionalmente. Nuestra titulación tiene un destino profesional (o muchos) muy concreto y con unas características propias que quizá difieren de todo lo que el estudiante conoce. Podemos apoyarle, podemos responder a sus dudas, pero no puedo montarle una empresa. Estoy en contra de “sobreproteger”, incluso de “proteger”.

    • Experiencias profesionales reales
    Mis alumnos saben que yo soy mucho de “hablar de mí”. Y cuando digo “hablar de mí”, me refiero a mi colectivo: a veces somos los licenciados en TeI, a veces los traductores profesionales, a veces los localizadores, a veces los autónomos, a veces simplemente yo.
    Pero, pese a que creo que la experiencia sirve muy bien para orientar, es un arma de doble filo. Por un lado, el profesor nunca tendrá la verdad universal si parte de una experiencia, así que sesga mucho la realidad. Por otra, está prescrito que la docencia debe partir de la ciencia y no de experiencias personales; yo me apoyo en que mi campo es muy nuevo y no hay mucha literatura al respecto, pero en el fondo sé que no estoy siendo nada científica.

    Muchas gracias de nuevo por vuestras aportaciones y os sigo viendo en el debate 🙂

    Eugenia
    @earres

    Nota: Por cierto, Raimundo, ¿cuando hablabas de carencias te referías a más opiniones personales del profesorado?

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    1. rairizo Autor

      Hola Eugenia:

      Precisamente me refiero a que eché una falta una aplicación mucho más práctica de las enseñanzas. De nada nos sirve sacarnos el carné de conducir si luego no tenemos un vehículo con el que practicar. Todos sabemos lo que pasa si no conducimos…
      Para mí la buena docencia no es aquella que traslada de una forma correcta las enseñanzas al alumnado sino la que combina lo anterior con el entusiamo por el ámbito formativo y profesional. Con un ejemplo quizá quede todo meridianamente claro: en tercer año cursé una asignatura denominada Informática aplicada a la Traducción donde como materia final abordamos las memorias de traducción. Nunca se nos inculcó la importancia de las MT y para colmo de males, el docente fue un ingeniero informático que no supo, evidentemente, hacernos ver las aplicaciones prácticas de este software. Por si fuera poco, no finalizamos con el estudio de las MT porque se nos echaba el tiempo encima para los exámenes y no hubo más remedio que apartar este tema del examen final. Todo fue un auténtico despropósito, desde la configuración de la asignatura a la docencia.

      En pocas palabras, salimos de la universidad sin saber realmente cuál era la función de una MT, su aplicación a la vida profesional del traductor y sus implicaciones en nuestro ejercio diario. Todo un paradigma de las carencias de la enseñanza de Traducción e Interpretación en este país.

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      1. Curri Barceló

        He escuchado esa historia de TAO en más sitios. Y no es que quiera restregar nada, pero a mí no me pasó. Nuestra profesora nos dio largas clases de Trados (un semestre entero) y nos enseño a usar bien el Multiterm. El año anterior habíamos hecho Wordfast (del que ya no me acuerdo, pero sí que usamos mucho para entregar traducciones y nos obligaban a entregar también las memorias) y un par más que ya ni me acuerdo. Eso no quita que, cuatro años después, ni me acordase de cómo empezar, pero sí me acordaba de la mecánica.

        Quería poner otro tinte en el tintero.
        Si tomamos el ejemplo de otras carreras «prácticas», como Enfermería, Fisioterapia, Medicina, Turismo… Que dedican parte del último curso a hacer prácticas reales en una empresa real (las de Enfermería y Medicina son de 6 meses, las de Turismo creo que 3, y también creo que depende de la universidad), ¿no creéis que en TeI debería hacerse lo mismo? Yo sí que eché de menos eso. Recuerdo que, al acabar, me ofrecí en las agencias de traducción de Palma y en ninguna me querían coger. Sin embargo, si hacías la tesina del título de traductor jurado catalán>castellano, como presentabas el papelito con las prácticas obligatorias, era más fácil conseguirlas. Yo no las conseguí porque me rendí antes de la cuenta, aunque sí que fui por varios bufettes y no me dieron muchas espectativas. Lo sé, ¿dónde lo ajustamos? Bueno, yo creo que lo mismo se podrían sustituir algunas asignaturas por clases prácticas, como por ejemplo, traducción legal (¿qué mejor forma de aprender que metido en el ajo en un buffete?). No sé, es mi opinión. Siempre he imaginado mundos maravillosos, pero utópicos para la mayoría 😉

        Por lo demás, Euge, me ha encantado tu explicación desde el punto de vista de una profesora que hace lo que puede, a pesar de que sus alumnos puedan pensar de que es una pesada con tanta conferencia y publicaciones 😉 Yo, de mayor, quiero ser como tú ^_^

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