¿Quién me mandaría estudiar TeI?

Según la Real Academia Española, deontología es la “ciencia o tratado de los deberes”. En el mundo de la traducción esta definición tiene, por desgracia, un perfil bastante difuso. La ausencia de un marco regulador que realmente satisfaga las necesidades de contratante y traductor ha desembocado en un desierto de valores humanos donde solo parecen tener cabida clichés como la frivolidad y el desdén con respecto a nuestra profesión.

Falsos clientes vendiendo su mercancía al mejor postor, interesados en contratar nuestros servicios por cantidades irrisorias, espectros que misteriosamente desaparecen sin dejar rastro cuando se les comunica las tarifas de traducción… ¿Alguien da más? Sin duda, el panorama es, a todas luces, desolador. Así pues, no me extraña que muchos colegas de profesión hayan decidido coger las de Villadiego y probar suerte en otros ámbitos laborales al menos para no sentir el amargo sabor del desprecio.

En mi corta carrera como profesional de la traducción he tenido que enfrentarme a verdaderos dislates que han generado en mí un batiburrillo de sensaciones que el mejor de los psicólogos estaría encantado de descifrar. ¿Cómo es uno capaz de sentir rabia e indignación a la par que experimenta unas terribles ganas de descuajeringarse ante este tipo de situaciones? ¿Sufrimos los traductores una suerte de bipolaridad cuando esta realidad nos abofetea sin compasión?

Este comportamiento contradictorio surge del sentimiento más profundo de incomprensión. ¿Cómo encajar que alguien afirme sin rubor que mis tarifas son abusivas cuando soy capaz de ofrecer profesionalidad y seriedad en mi trabajo? ¿Por qué ese atrevimiento para con el traductor profesional? ¿Por qué somos tildados sibilinamente como timadores o estafadores de las letras? ¿Realmente nos acercamos tanto a las malévolas implicaciones del siglo XXI de la expresión traduttore, traditori?

La respuesta a toda esta batería de preguntas traza un camino recto que conduce inequívocamente hasta la ignorancia. Este desconocimiento en el que se zambullen diariamente todo tipo de contratantes, empresas y particulares genera una osadía y un arrojo contagioso difícil de detener. Y lo peor de todo es que cuando la ignorancia se consolida termina por generar confianza.

Ahora bien, ¿el traductor puede hacer algo para hacer valer su profesión? Evidentemente sí pero todo se resume en querer transitar por un camino pedregoso, polvoriento y realizar una serie de actos de contrición para expiar los pecados tanto de omisión como de comisión que podamos haber cometido. Todo sea para que el cielo nos llegue en forma de buenos encargos y tarifas justas. La labor de concienciación y educación del cliente debe formar parte del manual de estilo del buen traductor.

¿Cómo conseguir infundir respeto? La respuesta es simple: siendo honestos con nosotros mismos y con la profesión a la que libremente hemos decidido dedicar nuestros esfuerzos. La integridad profesional conlleva decir “no” a un encargo si nos vemos incapaces de abordarlo, trasladar nuestras tarifas al cliente sin titubeos y mantenerse firme en este precio sin morder el anzuelo de los descuentos y el regateo. Complicado es mantener el tipo y más si uno tiene la necesidad de conseguir beneficios económicos inmediatos.

Pero la profesión del traductor es una carrera de fondo plagada de obstáculos. Hay que ser paciente y sembrar sin descanso teniendo el convencimiento de que un pequeño tallo verde emergerá de la tierra para, más tarde, ir cogiendo altura y belleza. Esa es mi ilusión. No hay remedio posible para evitar ventoleras, granizadas y trombas de agua así que seguiré ahorrando monedita a monedita para contratar un seguro a todo riesgo contra decepciones.

14 comentarios en “¿Quién me mandaría estudiar TeI?

  1. Cristina

    Me gusta el cambio de look del blog. Se ha quedado muy chulo. Y sí por desgracia el mundo de la traducción es así. También da mucha rabia cuando un cliente te dice que necesita x traducción para tal día y cuando aceptas el encargo y te haces la ilusión de trabajar con X, se olvidan de tí. ¿Tan difícil es mandar un mail o llamar y decir que se aplaza o se cancela?
    O que quieren una traducción urgentísima, para ayer, y cuando tu les pides que te miren un término o algo que no se lee bien en el pdf, tardan una semana.
    Y miles de cosas por el estilo.

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  3. Marshmallow

    Estupenda entrada. Me alegra ver que hay tanta gente que no está dispuesta a vender su dignidad profesional al mejor postor. Me quedan pocos meses para ser una licenciada en TEI más y a veces pienso que soy demasiado ingenua o idealista pensando que podré permitirme «el lujo» de decir que no cuando sienta que se abusa de mi trabajo. Luego os leo a vosotros y me devolvéis las ganas de pensar que no es así, que simplemente tengo respeto por lo que hago y que puestos a «venderse por cuatro perras» más me valdría buscarme un trabajo en el sector servicios que al menos no me dará dolores de cabeza al final del día. Si te sirve de consuelo, yo también prefiero seguir con la carrera de fondo aunque me parta unas cuantas piernas a lo largo del camino ¡ánimo!

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  4. Currixan

    Buff, lo que podría yo decir de esto… Hasta diría que, con las florituras y bella escritura, lo has puesto bonito y todo 🙂 Desde gente que, un viernes a las 5:15 de la tarde te envía un correo diciéndote que si puedes traducir tal cosa para el lunes, que es megaurgente, pero que se aplican las tarifas normales porque no tienen presupuesto. Eso sí, a las 5:30 ellos cierran el ordenador y se largan a casita a descansar con las familias y amigos y nosotros nos tenemos que quedar currando. Pasando por lo que dice Cristina, que te dan un plazo irisorio y luego tienes una duda y tardan en responder (si es que siquiera responden). O aquellos que ni siquiera te dan las gracias por haberles enviado la traducción media hora antes de lo previsto y, hasta una semana más tarde, no sabes si la han recibido o no porque se les olvida hacer acuse de recibo (y, por supuesto, te estás una semana acojonada, pensando que te escribirán diciéndote que la traducción nunca les ha llegado y que, por tanto, han perdido al cliente y que ellos no te pagan… aunque no sea culpa tuya). Por no decir los que no pagan o pagan 3 meses más tarde. Y, los mejores, los que te devuelven tu traducción diciendo que hay incorrecciones, te dan una lista de «incorrecciones» y lcasi todas son no válidas porque ni siquiera es español, o son acentos inexistentes o faltas gramaticales inventadas.

    ¿Sigo? 😉

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  5. dgimirizaldu

    Si te sirve de consuelo, después de veinte años en la profesión sigo en esa misma carrera de fondo, aunque ya me vacuné contra las decepciones en la crisis del 93, y lo cierto es que de lo sembrado se van recogiendo poco a poco cosechas. Pero es duro. El que sobrevive es el que más aguanta y el que más exige y se exige.
    Un saludo y ánimo.
    D.

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  6. Cristina

    Bueno lo de los 3 meses ya lo tengo asumido. Que no te confirmen la llegada me da mucha rabia. Normalmente les bombardeo a mails o les llamo para confirmar. De todo nos ha pasado en esta profesión. Hasta que pongan trozos de tr. automática en ti traducción y te piden que la corrijas, o te digan: «Es que en español hay 5 líneas y en ruso 3, ¿no te habrás saltado algo?» ¡Pues no!
    Podemos escribir un libro enorme sobre cosillas de estas.

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  7. Currixan

    Jajaja, Cristina, con lo de que el español es más largo yo tengo otros problemas. Como hago, sobre todo, software y muchas cosas van para los móviles, en expresiones que en inglés tienen dos palabras y en español necesitas una frase, me dicen que lo acorte y que haga todas las traducciones con la longitud del inglés, como si pudiese, con una varita, reducir el tamaño de la letra o inventarme palabras. Aunque, bueno, esto también es parte del desafío y la belleza de traducir videojuegos y programas 🙂

    Gracias «dgimirizaldu» (joer, qué chungo… ¿Puedo llamarte… Miguel? ;)) por los ánimos. En verdad espero que, tras esta crisis, las cosas mejoren, porque no puede ser que empezase hace 5 años cobrando 5 céntimos y ahora se me quejen si cobro 4… Vamos, como si el nivel de vida en Londres en 5 años hubiese bajado, en vez de subir.

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  8. Marta

    Me ha encantado esta entrada, qué razón tiene el autor… Pero como traductora novata, no está una para defender los principios o las tarifas a capa y espada, que careciendo de amplia y variada experiencia las ofertas no abundan, y menos si se tiene un título extranjero, como es mi caso. Después de todo, hay que pagar la Seguridad Social todos los meses, sin hablar de otras necesidades básicas. El día en que me pueda permitir el lujo de rechazar ofertas o disfrutar de la incertidumbre del regateo, me pondré el sombrero del orgullo profesional y mis tarifas tendrán el tamaño y el respeto que tanto se merecen.

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    1. Currixan

      Marta, siento decirte que sería mejor que empezases a regatear. Lo digo porque, una vez que has acostumbrado a una empresa a unas tarifas, es imposible (o casi imposible) que te paguen más, así que, la única forma sería yéndote a otros clientes, a los que tendrías que decirles que cobras más. Y eso no es fácil. Te lo digo porque tengo ya dos agencias con las que llevo tiempo trabajando que me han pedido reducir mis tarifas para ellos mismos poder ser más competitivos con sus clientes, en vez de ser ellos los que «enseñen» al cliente que realmente vale la pena pagar ese extra por tener una traducción de calidad. Una de ellas ha accedido a pedir a su cliente subir las tarifas en un año, pero ahora mismo necesitaban ese penique menos por palabra para no perder el cliente. La otra, directamente me dijo que si no reducía dos peniques mis tarifas, no me iban a enviar nada. Y, de hecho, hace meses que no he oído hablar de ellos. Y ésta última es una agencia con clientes importantes y con mucho dinero, así que, la reducción de tarifa es por su propio interés y no porque nadie se haya quejado de que las traducciones eran muy caras.

      Además, que tengas menos experiencia no significa que seas peor, así que, las tarifas deberían continuar siendo decentes. Si crees que, por ser «novata», debes aceptar algunas de las tarifas ridículas que se ofrecen por ahí (como la escandalosa de $0,03 por palabra que tanto estoy cansada de rechazar), no solo te perjudicas a ti misma, sino también al resto de los de la industria, ya que, todas esas agencias sabrán que siempre hay alguien dispuesto a trabajar por dos duros y nunca querrán subir las tarifas.

      Sé que es difícil, por lo que dices, que tienes que pagar la mensualidad cada mes, pero piénsalo así, si, al final del año, no has llegado a los 6000 euros, te devolverán todo lo pagado 🙂

      Muchos ánimos. Los comienzos no son fáciles, lo sé, pero no por eso deberíamos dejarnos engañar 🙂

      Un saludo.

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      1. rairizo Autor

        No puedo estar más de acuerdo con Curri.
        Si empezamos minusvalorando nuestra labor aceptando tarifas que realmente sabemos que son bajas, luego cuando adquiramos experiencia, será muy complicado incrementarlas porque tendremos colocado el cliché de traductor barato.

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  9. Marta

    Gracias por tu comentario, Currixan. Respeto tus consejos pero, por lo que dices, asumo que tienes años a la espalda en esto de la traducción y si un cliente te falla puedes contar con otros. Es una posición bastante más cómoda que la mía actual y tu trabajo te habrá costado. Para darte un ejemplo, en los dos últimos días, he contactado con más de 20 empresas ofreciéndoles mis servicios y ninguna se ha dignado a contestarme con un simple «no, gracias». En esta situación, se hace lo que se puede. Eso sí, te puedo asegurar que los 0,03$ de los que hablas también han llegado a mi correo y he tenido las agallas de ofrecer una descorazonadora negativa.

    Agradezco tus ánimos y espero vez la luz al final del túnel, pero de momento me cuestiono, como el autor, quién me mandaría meterme en esto de traducir… Ah, es verdad: porque me encanta.

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    1. Currixan

      Marta, yo llevo solo 6 años, y en el último año te diré que no he enviado mi CV a 20 agencias sino posiblemente a más de 200 y 300, y muy, muy pocas han contestado. Así que, ya no es que lleves muchos años o no y tener mucha experiencia, sino, más bien, saber estar en el momento justo en el lugar adecuado. Tenemos que competir en calidad, en dar ese «extra» al cliente, y no en ser los más baratos, porque te digo, según con qué tarifas, nos sale más a cuento trabajar en McDonalds, y por lo menos ellos te pagan el seguro y tienes un mes de vacaciones pagadas 🙂 Pero preferimos las letras a las hamburguesas, claro está 😉

      Yo, a las agencias de 0,03 $ ya ni las respondo. A las que me ofrecen 0,03 € las contesto con un discurso de que, bueno, por ese precio, mejor trabajar en el café Nero, y les ofrezco mi más supermínimo precio de 0,05 €/palabra, y un plato de lentejas: si las quieres, las comes y, si no, las dejas. Y te digo que sé que es difícil empezar, porque no puedo entender cómo hace 6 años las empresas me aceptaban mis 5 céntimos/peniques por palabra sin rechistar, y ahora, 6 años después y muchas subidas anuales del IPC después, sigo ofreciendo la misma tarifa porque no hay forma de que acepten otra (a según que agencias se la subo, y a los clientes directos, ni te cuento, pero muchas te dan directamente la tarifa), y se quejan. O sea, mientras ellos se suben el sueldo cada año un 5% (de media), proporcional a la subida del nivel de vida del país, nosotros, los traductores, no solo no tenemos derecho a subirnos el sueldo, también de forma proporcional al nivel de vida de nuestros países, sino que, encima, nos lo tenemos que bajar. Y, por ahí, no deberíamos pasar. Mantengo solo una agencia por debajo de esos 5 céntimos, y es una agencia con la que trabajo desde hace años, y para los que no me importa cobrar un poquitín menos porque, simplemente, tienen proyectos muy interesantes que, además, son muy fáciles y no me llevan mucho tiempo hacerlos. Es decir, la reducción o aceptación de una tarifa «abusiva», en este caso, ha sido más bien el placer de realizar dichos proyectos y el hecho de que, al fin y al cabo, como los proyectos los hago más rápido puesto que conozco los juegos y terminología, al final del día, me sale por el mismo «precio a la hora» que mi mínimo-supermínimo. Eso sí, avisados están de que, si en un año, no suben las tarifas, me las piro.

      Repito, no es fácil. Estamos en una selva donde hay muchos traductores y muy poca gente dispuesta a pagarnos como se nos merece. Pero debemos ser nosotros mismos quienes luchemos por sobrevivir. Porque seguro que nadie le dice al electricista, o al pintor, o al fontanero que, por favor, te cobre solo 10 euros la hora y que no te cobre el material. Tampoco nadie se atreve a decírselo a un abogado, o al cirujano que le va a operar de las tetas… ¿por qué deberíamos nosotros? 🙂

      Al igual, todos esos «descuentos» que se inventan por usar una herramienta TAO de que no te cobran las palabras repetidas… eso es una chorrada, porque la palabra «house» puede aparecer 20 veces en un documento, pero tendrás que traducirla por «casa», «apartamento», «propiedad», «hogar», etc. dependiendo del contexto. Y, siempre tienes que revisar ese «segmento» 100% match por si acaso algo ha cambiado (por ejemplo, «done» cambiaría de «hecho» a «hecha» dependiendo de la cosa que se haya hecho :)). Bueno, bueno, paro ya que me crispo…

      Que conste que no te estoy echando la bronca, ¿eh? Pero me veo «obligada» a darte ánimos y ayudarte en lo que puedo para que no te tomen el pelo, sobre todo al ver cómo ha cambiado la industria en los últimos 4 años. Es un grito al cielo para ver si hay alguien ahí que nos escuche y ponga algo de sentido común dentro de las mentes de las multinacionales y resto de empresas, que se piensan que nos pueden tomar el pelo así 🙂

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